«Las cosas especiales requieren una escenificación especial», afirma Frank Besinger, quien hace tres años fundó la fábrica Ölmühle junto con su esposa Sabine Stempfhuber. Los nuevos locales de producción y venta de la fábrica se ubican en el entresuelo de un edificio originario de mediados del siglo XIX, situado en la calle Bergmannstraße. Transmiten una impresión de luminosidad y amplitud, y al mismo tiempo irradian serenidad y recogimiento. Al entrar, la mirada se dirige inmediatamente a las botellas, los vasos y los frascos primorosamente alineados y elegantemente etiquetados que ocupan las estanterías altas a lo largo de las paredes. Un sutil aroma de flores y hierbas flota en el ambiente. Junto a los aceites de mesa, el surtido se completa con tés y especias selectos.