Las longitudes de onda entre 400nm y 500nm contienen mucha energía y pueden dañar la retina del ojo humano. Esta longitud de onda corresponde a la de la luz azul, por eso hablamos también del riesgo de la luz azul (Blue Light Hazard en inglés). Además de la longitud de onda, la intensidad de la fuente de luz, es decir, la intensidad luminosa, y el tiempo de exposición de la retina también desempeñan un papel importante en cuanto al riesgo de la luz azul.
Un dato interesante:
normalmente, los seres humanos reaccionamos «automáticamente» ante una radiación demasiado intensa o peligrosa cerrando los ojos por reflejo o girando la cabeza hacia otro lado. En niños, personas enfermas y personas mayores, posiblemente aún no se active este reflejo o ya no pueda activarse. En caso de que estos grupos de personas pudieran entrar en contacto con una luminaria RG2, por ejemplo, en guarderías, hospitales o centros asistenciales, debe garantizarse que no se supere la distancia y tiempo de exposición especificados.
